Parece ser que los planteamientos formales coinciden más de lo que la pluralidad de opciones políticas presentes podría deparar. Si bien, por un lado, es comprensible que los esquemas compositivos y las formulas probadas se repitan en mayor o menor medida -puesto que la propia naturaleza del campo en el que se inscriben estos imagotipos descarta de antemano propuestas excesivamente arriesgadas o de carácter experimental- no es menos cierto que se podría esperar una diferenciación formal destacable y algo más de atrevimiento desde el punto de vista del diseño.
Entre las características más comunes destacan las siguientes:
· Es recurrente el uso de elementos básicos como el rectángulo o el cuadrado para configurar el imagotipo
*Las paletas cromáticas destacan por la economía de colores utilizados, que en la mayoría de los casos se reduce a un único color corporativo y este suele coincidir con el tópico de asociar la tendencia ideológica a un tinte determinado (los partidos de izquierdas o escorados a ella; el rojo, los de centro o de derechas; el azul). Los que no siguen esta pauta, se sirven de los colores de la bandera correspondiente.
*Es curioso el hecho de que, estrictamente hablando, no encontremos ningún logotipo, digamos, “puro”. Muchos se acompañan de un símbolo que se configura a partir de las siglas del partido político en cuestión circunscritas en los citados recuadros.
* Por otro lado, la amalgama de versiones alternativas creadas para las campañas de turno, las coaliciones para momentos puntuales o los correspondientes a las filiales de los partidos generalistas, etc., dificultan a muchos partidos la estructuración de una identidad mucho más sólida y coherente.
Como es lógico, la gran parte de los imagotipos se crearon hace años y todos han sufrido revisiones con resultados más o menos acertados. Algunos de ellos todavía esperan a que alguien los rediseñe y los adapte al siglo en el que vivimos.
Fuente: piensologoexisto
Vero Sotelo
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