El grupo Leche Pascual ha llevado a cabo un cambio de imagen en uno de sus productos estrella, el agua Bezoya. El trabajo ha sido desarrollado por la consultora de branding In Spirit, nacida en Belgica en 1996 y establecida en Madrid en el año 2002, desde donde actúa hoy internacionalmente.
La renovación no rompe totalmente con la identidad visual anterior, sino que a partir de las bases anteriores, se desarrolla una evolución en la etiqueta para crear un logo más amable y cercano, limpiando el fondo de parte de la carga textual a la que estaba sometido, consiguiendo con ello una mayor legibilidad y una estética más cercana al minimalismo actual dominante dentro del mundo de los logos.
A través de este aligeramiento visual, la marca trata de plasmar de manera más clara y directa el posicionamiento de su producto, que se construye en base a valores como la calidad, la pureza y la saludabilidad, todos ellos acordes con la nueva imagen del producto más diáfana y ligera.
Además de la adaptación de los elementos de texto, esta renovación se caracteriza por la desaparición de las bandas rojas que coronaban la circunferencia de la etiqueta, tanto en la parte inferior como en la superior, lo que contribuye a la claridad y unidad de la imagen. Por otro lado, se han introducido una serie de líneas curvas que sustituyen a las ondas centrifugas que imitaban las que se crean en el agua. Estas líneas curvas transversales aportan dinamismo y modernidad a la imagen y, según los propios creadores, “evocan la silueta de un saludable cuerpo femenino”, para lo que juegan también con la opacidad y el degradado a colores tenues reforzando, de este modo, el concepto de lo liviano como uno de los elementos claves de la imagen.
La utilización de este recurso es una tendencia bastante actual en el mundo de la identidad visual, y son bastantes las marcas que las están introduciendo en la conformación de su imagen. Muestra de ello, es el buen trabajo que Gastón Bruno, joven diseñador freelance que con constancia, esfuerzo y notables realizaciones trata de abrirse paso en el mundo del diseño empresarial, ha realizado para el Instituto murciano de fertilidad (IMFER), en el que podemos ver otro buen ejemplo de utilización de la línea curva y el degrado que dotan a la imagen de ritmo y dinamismo con un toque suave y elegante.
Sin embargo, todos sabemos que la imagen de una marca no se construye únicamente a partir de sus elementos visuales, sino que esta debe ser un resumen del comportamiento, la cultura y personalidad corporativa. Y a este respecto, consideramos que Leche Pascual no ha sabido gestionar bien este cambio a nivel de comunicación, entrando en contradicción con la modernidad que se trata de transmitir, ya que si accedemos al espacio que la marca dedica en su website a Bezoya, las imágenes del producto que en ella podemos ver pertenecen al antiguo formato y, del mismo modo, en el apartado dedicado a las noticias relacionadas con la compañía, no se hace alusión al cambio de imagen, con lo que se transmite cierta sensación de abandono e inconexión, dando a entender esta acción más como un hecho concreto en un mar de dudas que como un eslabón bien trenzado dentro de un plan estratégico.
Félix
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